domingo, 10 de julio de 2016

bailando el agua.

   Mis dedos recorrían su mano, suavemente. Así avanzaba un suave cosquilleo sobre las líneas de la vida, así se conectaban dos vidas; la tuya … la mía. Paulatinamente mis yemas recorrían los largos dedos hasta conseguir entrelazarse; pensando, de modo ingenuo, que duraría aún siendo pasajero y mendigo.

   Son décimas de segundo, décimas sobre las cuales podría escribir dos horas y pensarlas días; como esa mirada, esa pupila que férrea se clava en ti. Mirabas entre nerviosa y anhelante, perdiéndome en el marrón, haciéndome sonreír, así, solo con una mirada... mas lo raro era que la sonrisa se desdibujase de mi rostro.

   Si pudiéramos comunicarnos con sonrisas y miradas supongo que hubiera sido una agradable, bonita y pacifica conversación. Pero el silencio hacía estallar la guerra.

   Nuestras manos seguían jugando, revoloteaban entre ellas como una mariposa y una flor y sin embargo el silencio era erizante.

   Jugábamos a consumirnos. Con la llama prendida nos hicimos cera, derritiendo nuestra parte racional, convirtiéndonos en afán las manos se apretaban más fuerte.


   Jugando con fuego así nos quemamos

   pero nos gustó el calor y jugamos más...

   Ahora la suave danza de nuestras manos era impulsiva, el grácil baile de la mariposa paso al gallardo baile de una avispa. Contemplábamos nuestras sonrisas mirando hacía abajo.

   Deslice mi mano por tu espalda, por tu piel. Arrastre mis labios por tu cuello mientras respiraba en él y aceleraba tu respiración. Lo besé mientras temblaba, no titubeé al morderlo ni lo hice al mirarte de frente.

   Yo solo jugué a coger el agua entre mis manos y ya se me ha escapado toda.

   
     


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