Y así me encontraba, en medio de una partida de ajedrez. Jugando
sola, pero yo soy dos, es simple si gano vivo si pierdo muero, mis
tácticas de ataque se contrarrestan con mis tácticas de defensa -gotas
de sudor frio emergen de mi frente y se desprende al abismo como si
fuesen lagrimas-.
Le tocaba jugar a las negras:
-Juro que yo no lo hice, yo no recuerdo nada joder... Yo le amaba y así
sera por siempre -apreté mi puño- ayer cuando me entere empece a
llorar, hasta ese momento nunca me había planteado mi vida sin el ¡Y
ahora mírame! -grite- estoy sola, ¿Acaso sabes qué es eso?
Y en ese momento empece a pensar de verdad, a plantearme todas mis
posibilidades ¿Y si yo había hecho todo eso?, pero ¿Por qué? si yo le
amaba... Volví al mundo real. Me quede un rato esperando su respuesta,
pero el solo frunció el ceño, hizo ademan de levantarse y se fue.
Las blancas jugaban; jaque -pensé-
Setenta y siete movimientos de defensa y ninguno bueno, tenía que
pensar rápido, él iba a volver y yo no sabía que hacer, ¿Cómo puedo
defenderme cuando mi rey ya se ha muerto?... Puede que la reina tenga
que empezar a tomar responsabilidades. La manilla de la puerta empezó a
girar y me prepare. El hombre entro por la puerta y cuando se giró a
cerrarla fui rápida al levantarme y empuñe su pistola, era la primera
vez que tenía un arma de ese tipo entre las manos. entonces apoye el
cañón en su sien y retrocedí siete pasos, ahora quien suplicaba era él
ante la atónita mirada de todos los policías de ese cuartel.
Pero como en una partida de ajedrez una reina sucumbe al perder a su
rey, levante el arma; la puse contra el cuello mientras el cañón
apuntaba a mi cabeza.
-Jaque mate. -Apreté el gatillo-