lunes, 13 de octubre de 2014

Hasta mañana, hoy me catasterizo.



Como me enseño mi padre, les mire a los ojos, y sendos, con miradas cuasi lascivas me miraron fijamente, su ambición solo era superada por la inmoralidad que podía discernir en aquella mirada, yo les rete, yo no aparte mi mirada… Yo, imbécil e incrédula quise gritar, pero no emití sonido alguno, quise correr pero mis los músculos no reaccionaban.
Ahora solo me queda llorar por la fragancia del recuerdo, en sus ínfimos aspectos y por el desacato de aquellas bestias, por la virtud desposeída. Ahora solo me queda saltar, dar un paso hacia mi redención, encomendarme al aire y llegar a constelación.
Hasta mañana.
-Salté-

jueves, 27 de febrero de 2014

Jamás lo entendere...

Hoy me tocaba tarde de biblioteca, el curso escolar ya había acabado, pero me gustaba ir a la biblioteca a relajarme y a leer. Cada nueva lectura era apasionante y hoy era un buen día me tocaba lo mejor, tenía que escoger nuevo un libro para empezarlo, quizá leería algo de Dostoievski o algo de Tolstoí... Era lo mejor y lo más complicado. Ya estaba llegando al centro cultural de mi pueblo, arriba del todo, en el tercer piso se encontraba la biblioteca. Entre por la puerta saludando a todo el mundo ya que hoy era un gran día. Seguí mis transcurso normal y subí por las escaleras hasta el tercer piso, había un total de setenta y dos escalones. Todo iba como normalmente solía suceder pero entonces cuando fui a abrir la puerta mi mano se topo con otra mano, era un poco áspera, pero tenía algo especial
   -Perdón-le dije-
Entonces levante la cabeza y la miré.Todo empezaba en aquel pelo de color avellana, una fina raya lo dejaba caer hacía ambos lados, caía sobre sus hombros ligeramente ondulado y un mechón se tendía sobre sus perfectos ojos celestes, que eran la envidia del cielo y su sombra de ojos azul en perfecta sinergia hacía que fuesen aun más bellos. Tenía las mejillas rosadas, parecían suaves, pero su cara no terminaba hasta llegar a aquella fina línea que dibujaba su sonrisa y por ultimo esos seductores labios rojos, que lucían como el fuego. Junto los labios en una pose similar a cuando se ponen morritos y con un suave soplido se aparto el cabello de los ojos.-.
   -No importa-me dijo con voz risueña después de apartarse el mechón de un soplido-
Me quede callado. Ella se iba y yo solo pensaba en hablarle no sabía que hacer, no sabia por donde empezar... Entonces ella subió al ascensor y se fue, empece a correr por las escaleras hacía abajo, pero para cuando llegué ya no había nadie, solo estaba la encargada leyendo sus revistas, me acerque hacía ella.
   -Perdone -Dije exhalando, la carrera me había agotado- ¿Ha visto usted a una chica de mi edad irse?
   - Una chica? hoy no ha venido nadie de su edad por aquí -Volvió a taparse la cara con su revista-
Aun sueño con ese día, aun vuelvo todas las tardes de este verano a la biblioteca, aun recuerdo perfectamente esos ojos pero jamás he sabido que fue ella.