martes, 5 de abril de 2016

Tango.

Agarrando fuerte su frío torso,
ciñendo su cabeza contra mi,
bailé temeroso, un tango. 

Su boca acarició mi boca
más mi espíritu tembló y 
desafió su dulce canto.

La ceñí con fuerza
de aquella fina cadera.
Inexperto, sudando mis manos.

Ella, impasible, me dijo:
qué buscas en mí.
Rendición de mis pecados

pensé.
Mas apreté el percusor 
y así hendí mi frío cráneo

y así me reuní contigo.